Las compañías de seguridad privadas están satisfechas con la nueva ley, actualmente en trámite parlamentario, que reconoce al vigilante como agente de la autoridad y potencia su colaboración con las fuerzas públicas
Era necesaria porque los tiempos y, con ellos, las necesidades, han evolucionado. Es la sensación generalizada en torno a la nueva Ley de Seguridad Privada, cuyo proyecto de ley aprobó el Consejo de Ministros el pasado junio y que se encuentra en trámite parlamentario. El sector llevaba años demandando la reforma de la ley, vigente desde 1992, y está satisfecho con el nuevo marco. “Incorpora el reconocimiento del vigilante de seguridad como agente de la autoridad y potencia la colaboración entre éstos y las fuerzas de Seguridad del Estado”, subraya Ángel Córdoba, presidente de la patronal Aproser. “La norma es más abierta que la anterior.
También contempla la ampliación de las zonas de acción de los vigilantes a espacios como las calles aledañas a tiendas y centros comerciales que disponen de seguridad. Antes, su marco de vigilancia se limitaba al interior de los espacios”, explica. Uno de los casos más recientes de esta ampliación se dio en la pasada festividad de San Juan en las playas de Cádiz, donde el Ayuntamiento contrató seguridad privada para actuar junto a la Policía Local y Nacional. Con la nueva legislación a las puertas, el sector mira adelante en un momento delicado por la caída del negocio y por unas presiones sobre el precio cada vez mayores. Según Aproser, en 2011 la facturación fue de 3.215 millones de euros, lo que supuso una caída del 5% frente a 2010 y del 25% en relación al inicio de la crisis, en 2008. “Estimamos que la caída llegó al 10% en 2012 respecto al año anterior”, apunta Córdoba.
Las compañías se enfrentan al desplome de los contratos con la Administración y a una exigencia cada vez mayor del cliente por seguir contratando seguridad de calidad, pero a un coste muy ajustado. “Los precios han caído en torno a un 15% en los últimos años”, apunta Luis Posada, consejero delegado de la sueca Securitas, presente en España desde 1992. “Los servicios en la Administración, uno de los clientes tradicionales, se han reducido entre un 20% y un 25%”, añade. “Estamos haciendo un gran esfuerzo por adecuar la tarifa de los servicios a los clientes, sin que se resienta la eficacia. Además, nos estamos adaptando a la nueva mentalidad de las compañías sobre seguridad: la cobertura debe combinar vigilancia física con sistemas tecnológicos. Antes se basaba la seguridad sólo en la vigilancia física”, explica. Securitas tiene una facturación anual de 510 millones de euros en España y una plantilla de 17.000 empleados. El metro de Barcelona, el aeropuerto de Barajas y El Corte Inglés son algunos de sus clientes.
Las españolas Eulen Seguridad y Grupo Norte intentan igualmente reenfocar sus negocios para no perder clientes. Estas compañías juegan con la ventaja de pertenecer a grupos con otras divisiones de negocio como servicios de limpieza y catering, que pueden equilibrar áreas más afectadas por la caída de las ventas. Alberto García, director de Grupo Norte, explica que la estrategia actual de la firma vallisoletana es la expansión nacional, para pasar de ser una empresa focalizada en Castilla y León a tener presencia en Madrid, Galicia, Castilla-La Mancha y Barcelona. “Conseguimos crecer cuatro millones de euros el pasado año, hasta los 26 millones”, subraya. Entre otras, la compañía presta servicio a las plantas españolas de Leche Pascual y Campofrío.
Ya consolidada en el mercado español y con unas ventas de 312 millones en 2012, Eulen Seguridad está focalizando gran parte de sus esfuerzos en los otros 13 países donde tiene presencia, que aportan el 25% del negocio. “Nuestra intención es alcanzar el 50% en 2015. Chile y México son mercados que están funcionando muy bien, y estamos empezando a trabajar en los países árabes, prestando servicios en plataformas petroleras y barcos de defensa”, explica Emilio García, director de la compañía. Desde hace años, el negocio exterior es un pilar clave en la estrategia del líder nacional, Prosegur, con 943 millones de euros en España el pasado ejercicio.
La compañía ha comprado varias empresas en los últimos años en Alemania, Brasil, India, Singapur y China. “En 2012, Prosegur adquirió nueve firmas por un importe que ascendió a los 288 millones de euros”, señalan desde la empresa. Con una trayectoria de más de 35 años de historia, Prosegur tiene una plantilla de 150.000 empleados en 16 países. Una de sus señas de identidad es su esfuerzo por ofrecer continuamente los últimos sistemas tecnológicos.
La unión de fortalezas también es clave para el grupo Seguriber Umano, nacido de la unión de ambas firmas en 2012. La compañía ingresó 148 millones de euros el pasado año y cuenta con 5.240 empleados. Dada la fuerte atomización del sector en España, integrado por casi 1.500 compañías, las sinergias de este tipo permiten duplicar y fortalecer capacidades, aseguran desde la firma.
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