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lunes, 8 de abril de 2013

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Interior contrata a 250 vigilantes privados para reforzar cárceles

El plan del Gobierno de incorporar vigilantes privados a la seguridad de los centros penitenciarios empezará a funcionar durante este mes. Es un proyecto piloto de la Secretaría de Estado de Seguridad que supondrá la incorporación a 21 cárceles de 250 vigilantes, muchos de ellos antiguos escoltas en el País Vasco, según confirmaron a ABC fuentes del Ministerio del Interior.

El número medio de trabajadores contratados por centro es de dos, en turnos de 24 horas, pero en algunas cárceles como las de El Puerto de Santa María esa media se incrementará notablemente. Ninguno de los vigilantes portará pistola ni asumirá tareas esenciales, que seguirán en manos de Guardia Civil y Policía, sino que como experiencia piloto se les encomendarán «funciones auxiliares», tales como el control de los accesos a los centros penitenciarios o el visionado de las cámaras de vigilancia.
Durante los nueve meses que dure esta experiencia, todos los agentes que trabajan en las cárceles elegidas seguirán cumpliendo su función como hasta ahora; es decir, no se trasladará a ningún guardia civil de los 19 centros designados ni a ningún policía de las dos cárceles seleccionadas y encomendadas a este Cuerpo, según fuentes de Interior. Pasado este tiempo se hará una evaluación del proyecto y si el resultado es satisfactorio se procederá a destinar a los agentes uniformados a otros puestos.
La Secretaría de Estado ha firmado un acuerdo con un grupo de empresas que han constituido una UTE (Unión Temporal de Empresas) y que está formada por todas las que prestaban servicios de seguridad en el País Vasco antes de la reducción de escoltas abordada por el Gobierno de Rajoy. «No todos los vigilantes son antiguos escoltas; esa decisión de qué trabajadores selecciona para las cárceles corresponde a quienes les contratan», señalan las fuentes consultadas.

La experiencia piloto de vigilantes privados empezará a funcionar en dos de las cárceles de El Puerto de Santa María, en Castellón I y II, en Topas (Salamanca), en Algeciras, en Alicante II, en Mallorca, en Zaragoza, en Murcia, en Teixeiro y Valladolid, entre otras.
Hace unos días llegó la orden de la Dirección General de la Guardia Civil a las distintas Unidades de Seguridad Penitenciaria explicando la incorporación de estos vigilantes como «refuerzo a los componentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que prestan ser vicio» en estas cárceles.
Retraso de un año
Nada más conocerse el plan, que se ha retrasado casi un año, la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) puso el grito en el cielo. AUGC considera que la intención es privatizar completamente la seguridad de las prisiones, pese a que desde Interior lo desmienten. La razón que esgrimen desde la asociación es que no se adoptaría la medida ni se «vendería» como experiencia piloto ampliable si el objetivo fuera otro, puesto que las Unidades de Seguridad Penitenciaria no necesitan ningún refuerzo en estos momentos, y mucho menos de vigilantes de seguridad privada.
En la orden cursada a los agentes se afirma que «en ningún caso supondrá una reducción de efectivos de las Unidades de las FCSE, tan solo se tratará de un refuerzo, al menos en la fase inicial, considerada como experiencia piloto», pero a continuación añade que «en un futuro, en función de los resultados de esta experiencia y de las disponibilidades presupuestarias, podría iniciarse una sustitución progresiva de las FCSE por miembros de la seguridad privada». El documento, por tanto, se ciñe a lo que eran los planes de Interior desde que se diseñó este operativo.

Cuando se adoptó la decisión el año pasado, Interior explicó que obedecía en parte a la necesidad de recolocar a los escoltas privados del País Vascos afectados por el plan de reducción de protegidos, una especie de destino a la altura. La asociación mayoritaria de guardias civiles cree que ese argumento era una «burda excusa» para llevar a cabo la privatización de la seguridad en los centros penitenciarios, porque no son esos escoltas los que van a incorporarse a las prisiones afectadas, sino «vigilantes de varias empresas de seguridad privada que han constituido una UTE (unión temporal de empresas) para hacerse con este suculento negocio».
Fuente: ABC

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