© Antonio Cid para SPV Sevilla.- Hay muchos niños que este año se están animando y además de pedirles juguetes en su carta a los Reyes Magos o a Papá Noel, escriben unas letras con sus deseos para su entorno familiar, siguiendo la moda del spot navideño promovido por una famosa marca de mobiliario sueca, que este año está rompiendo todos los registros en la red. Así no es extraño que junto a los cacharros y artilugios de moda de cada año, los niños escriban ahora en sus cartas los más insospechados deseos destinados a sus padres, o que soliciten peticiones para que algún problemilla de salud o de otra índole de sus seres más queridos sean solucionados a través de la magia de la Navidad.
Algo de esto ocurrió el otro día en un centro comercial cuando un niño, después de aguantar una larga fila, abordó decididamente al Papá Noel de turno, que estaba sentado en un trono dentro de un enorme decorado que simulada un lugar nevado.¿Y tú nene, que quieres para la noche de San Nicolás? El listo niño empezó a relatar de memoria su larga lista de juguetes seleccionados a conciencia para terminar con un deseo que dejó impactado al figurante: "pido trabajo para mi padre que es vigilante de seguridad y ya se le va a acabar el paro... y un saco de carbón para quienes han convertido la seguridad privada en un sector tercermundista".
Papá Noel levantó la mirada buscando a los progenitores del niño rebelde. Los localizó finalmente en una esquina del decorado, reconocidos porque estaban intentando inmortalizar la escena navideña con sus teléfonos móviles. Cuando el niño se decidió a dejarle sitio al siguiente de la cola, al Papá Noel se le quedó un pensamiento rondando en la cabeza, a la espera de recibir en sus brazos a un peque con solo unos meses de vida ¿Cuántas amarguras y cuántos lamentos habrá tenido que escuchar el niño rebelde en su casa para conocer de primera mano lo que se cuece en la seguridad privada?
Terminada su jornada de tarde, el impostor de Papá Noel se dirigió a los vestuarios del personal que trabajaba en el centro comercial para cambiar el traje rojo por su vestimenta de paisano. Apresuradamente, pasó por su casa por unos minutos y casi sin tiempo de demora se despidió nuevamente de su familia. De camino a su nuevo destino, recordó la espontaneidad del niño que le había sorprendido unas horas antes, sin dejar de reconocer la gran verdad que se escondía detrás de la rara petición navideña.
Llegó a su ocupación nocturna, el verdadero trabajo, aparte de las horillas extras que sacaba en el centro comercial vestido de rojo para completar su bajo salario. No dejó de sorprenderse de que el niño conociese tan a fondo la que era su verdadera profesión y la de miles de trabajadores que desarrollan su actividad en el mismo sector. Sí, la tremenda ironía del Papá Noel que trabajaba de vigilante de seguridad en una fábrica con horario nocturno, es que cualquiera de sus dos hijos bien podían haber ocupado el lugar del niño rebelde que le pidió carbón para aquellos que habían convertido su profesión en un auténtico lodazal. ¡Maldita Precariedad!
© Antonio Cid para SPV Sevilla
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