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lunes, 26 de agosto de 2013

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Cuando pegar a un vigilante de seguridad en los centros comerciales Carrefour sale barato

Hoy no quiero empezar este artículo como en otras ocasiones, empleando humor ácido para poner en evidencia una situación concreta. El hecho ocurrido el pasado 11 de mayo en un centro comercial fue lo suficientemente importante como para tomarse el asunto a broma y desde este medio nos queremos hacer eco del mismo. Eran las 13:50 del citado día, un sábado, cuando en un Carrefour de Getafe, una localidad al Sur de Madrid, un vigilante de seguridad, al ver como un cliente salía con un televisor, abonado previamente en las cajas internas del estableciendo, se dispuso a llevar a cabo el protocolo de actuación marcado por esta empresa donde prestaba servicio, al solicitar a esta persona el correspondiente ticket para verificar que el número de referencia que aparecía en éste coincidía con el producto comprado.
De pronto el cliente y su acompañante, se desconocen los motivos, comenzaron a insultar al vigilante, a faltarle el respeto y, finalmente, a agredirle, todo ello en presencia de dos menores (buen ejemplo de comportamiento). El afectado después de recibir varios golpes, puñetazos y patadas, se defendió para garantizar su integridad. Minutos después se personaron en el lugar efectivos de la Policía Nacional, que recogieron varias declaraciones a testigos presenciales del incidente, (cajeras y clientes principalmente como ha podido corroborar este medio, ajenos a los implicados), coincidiendo todos ellos en la cronología de los hechos, donde quedaba de manifiesto el comportamiento violento de la pareja en relación al trabajador de seguridad; incluso éste tuvo que ausentarse de su trabajo para ir a un centro sanitario donde le hicieron un parte de lesiones, para presentarlo en la posterior denuncia.
Hasta aquí, dentro de la anormalidad del suceso, la historia trascurrió dentro de unos cauces lógicos, sin embargo la nota incoherente la marcó el propio Carrefour. La gerente de dicho centro comercial, una vez al corriente de los hechos, adoptó la decisión, comunicando la misma al Jefe de Equipo, de prescindir de los servicios del vigilante apaleado, al considerar que la respuesta dada por éste ante la agresión no fue la correcta, ya que en su opinión no debía de haberse defendido, pues esa gran superficie no era un bar. La postura fue comunicada a la empresa de seguridad, CASSESA, y el agredido era sacado del centro.

Pero la cosa no queda ahí, ya que días después el Jefe de Equipo comunicó a la dirección del centro, su disconformidad por las decisiones adoptadas y por lo injusto de las mismas; la respuesta de Carrefour fue… la de sacar también ha este trabajador del establecimiento. La perplejidad e indignación me invadió cuando supe lo ocurrido, pero ya en frío y pensándolo mejor, este suceso era una muestra más de los males que afectan al sector de la seguridad privada en este país, donde sus trabajadores son meras figuras decorativas, muñecos, títeres, no sólo de las empresas, sino también de los gerentes de los servicios a cubrir. Ceros a la izquierda, el eslabón más bajo de la cadena laboral, el sparring en el que clientes, ejecutivos y todo bicho viviente puede sacudir porque no hay nadie que les defienda.

Por eso la respuesta de Carrefour me pareció normal, cobarde… pero normal. Me explico…cuando miembros del Sindicato Andaluz de Trabajadores asaltaron un centro comercial de esta cadena en Arcos, los gerentes del mismo negociaron con los que incumplían la Ley y permitieron que se salieran con la suya. Señalaron que era una donación a los servicios sociales de diferentes localidades limítrofes (curiosamente algunas asociaciones rechazaron esa ayuda cuando supieron de que forma se consiguió… eso sí es coherencia).

Con estos antecedentes, la respuesta lógica de Carrefour ante la agresión a un trabajador era previsible: ponerse de lado del agresor, del fuerte, del que maneja la violencia. No se, pero me pregunto si este tipo de actitudes son las habituales en la forma de entender esta multinacional la sociedad, si fuera así, la verdad, sería inquietante por lo que significa para la estabilidad de una comunidad, o simplemente es el reflejo del respeto que tienen hacia unas personas, como los vigilantes, que en ocasiones ponen en peligro su integridad para evitar cualquier daño, hurto o perjuicio que pueda ocurrir en los centros que vigilan.
Un último dato, la cadena española Mercadonna, ante una situación similar, esa sí defendió a sus trabajadores, interpuso una denuncia a los asaltantes. Carrefour, no sólo no hace eso, sino que se desentiende y sanciona encima al perjudicado, insinuándole que tendría que haber puesto la otra mejilla, y si alguien rechista también que siga el mismo camino. Hombre…también cabe la posibilidad de que ese comportamiento responda a una técnica de promoción comercial: Con la compra en la sección de imagen y sonido, golpe de regalo en la cabeza del vigilante de seguridad…o con una caja de dos kilos de cualquier tipo de fruta o verdura, escupitajo, insulto y peineta al sufrido “segurata”. Esperemos que no lleguemos a esos niveles surrealistas, aunque a este paso todo se andará.

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